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martes, 23 de junio de 2009

¿Rumbo al bipartidismo?

La grave crisis del PRD y la amenaza de escisión de Andrés Manuel López Obrador pueden provocar una caída tan fuerte que se aleje del porcentaje de votación en que gravitan los grandes partidos.
Los problemas no son menores: el boicot de López Obrador en Iztapalapa incitando públicamente la migración del voto al Partido del Trabajo por la caída de la candidatura de Clara Brugada; las detenciones en Michoacán de funcionarios del gobierno de Leonel Godoy, de los cuales 27 ya fueron consignados por ligas con el narcotráfico; y la división de posiciones en el gobierno de Marcelo Ebrard Casaubón, son elementos que le pegan al corazón del partido más grande de la izquierda mexicana y podría empujarlo a un tercer lugar mas cercano a los partidos chicos que al PAN y PRI.
En este escenario, las posibilidades disminuídas del PRD lo obligan a cambiar reglas, quedando como un partido bisagra, del orden de los pequeños partidos europeos que son capaces de inclinar una elección pero incapaces de ganarla por si mismos.
La izquierda polarizada en lopezobradoristas e infieles partiría su potencia que en la elección del 2006 estuvo a menos de un punto de ganar la presidencia de la república. El impulso que llevó al costoso plantón de Reforma no volvió a reconstruir sus piezas destruidas, ahora, en Iztapalapa está al borde de completar una faena de autodestrucción sin precedentes, que dejaría a los supuestos infieles estigmatizados, con opciones de bajo nivel, obligados a hacer alianzas, más que a construir proyectos de estado.
Indudablemente México sale perdiendo. Ante los grandes problemas sociales, el crecimiento de los grupos vulnerables y la inercia global del capitalismo salvaje, es imprescindible una izquierda sólida y demandante pero cuerda, no el delirio que chantajea en los extremos y niega el estado de derecho cuando no le acomoda. Esa mecánica insidiosa, incapaz de controlar, de nuevo la tiene en ese escenario lastimoso que su propia clientela repudia.
El de ayer fue un acto de modernidad y provocación, Jesús Ortega en el simbólico Club de Industriales de México intercambiando opiniones y futuros proyectos con los dirigentes empresariales, será perturbador para los ayatolas de izquierda. Ya verá, será otro frente de guerra.

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