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martes, 26 de enero de 2010

Salvador Cabañas la historia repetida

Hugo Páez

La tragedia del Bar Bar es un asunto de seguridad pública, con elementos tan claros, que difícilmente se podría caer en el error en el deslinde de responsabilidades.
Una seguridad privada que deja introducir armas, horarios que se violan diariamente en complacencia de la autoridad corrupta, venta de alcohol que viola la ley que impuso la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Aparte de la mano criminal que atacó al futbolista Salvador Cabañas, los otros responsables tienen nombre y apellido.
De nuevo México será el centro de críticas internacionales por la falta de seguridad. Un costo difícil de cuantificar que sumará pérdidas en turismo a la alarma de la epidemia de Influenza AH1N1. El jugador del América era paraguayo, detalle que asegura la vuelta al mundo de la nota, posiblemente más que los casi 16 mil ejecutados que van en el sexenio, e inevitablemente formarán parte de la historia alrededor de Cabañas.
Los titubeos del procurador capitalino Miguel Mancera aumentaron el impacto y confundieron a la opinión pública que en momentos se erigió, no se si casualmente ó a propósito, en juez del hecho en base a la conducta de un jugador que “no debería estar a altas horas de la madrugada en un antro, cuando su profesionalismo le exige dedicación en cuerpo y alma a la preparación física”. Pendejadas cursis.
El debate no debe desviarse un milímetro de la seguridad pública. Que importa si el tipo era un irresponsable en su profesión, un reventado, ó un santo; en todos los casos el estado debe garantizarnos seguridad.
Extraño el giro porque estos elementos de juicio suavizan el reclamo a las autoridades. El sentido común puede sembrar en el subconsciente la sentencia: “se lo merecía por irresponsable”. Nada de eso, una persona entra a un antro que viola leyes, va al baño y le disparan en la cabeza con una arma. La autoridad llega y no le permiten la entrada a investigar, después de horas.
Algo anda muy mal en esta ciudad y país de prepotencias, empresarios soberbios y autoridades corruptas.
En el caso del News Divine vimos que las puertas de la cárcel se abrieron para los responsables. Una tesis de los que conocen estos operativos afirma que el negocio de meter a los jóvenes a los camiones dejaría a las autoridades del DF millones de pesos en extorsiones a los familiares. Hubo muerte, furia e impotencia en los ciudadanos. Ahora la responsabilidad vuelve a estar tan clara como los videos del News Divine. De nuevo un antro, el Bar Bar, que deja millones de pesos a ambos lados de la responsabilidad: empresa y autoridad.

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