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jueves, 29 de julio de 2010

“No madreen a las mujeres”

Hugo Páez

“No madreen a las mujeres”, me dice Xochitl Gálvez. Se refiere a una nota que publicó la revista Impacto el 27 de junio que afirma que la candidata de la alianza PAN, PRD y Convergencia a la gubernatura de Hidalgo no es ingeniera. Me dice que terminó sus estudios pero no tiene cédula profesional. Minucias para unos, ilegal para otros si firmas como tal.
Xochitl es considerada una luchadora social auténtica, una de las mujeres más valiosas en el sexenio de Vicente Fox Quezada que llegó tarde a las preferencias de Felipe Calderón y Cesar Nava. La retomaron tarde para enfrentar al PRI en su natal Hidalgo, se le fueron valiosas semanas que podrían hacer la diferencia en estos momentos.
Me molesta el hecho de utilizar el chantaje de género como barrera de protección, el “No madreen a las mujeres”, extrapolado parece ridículo: “No madreen a los hombres”. Un ejercicio necesario para el análisis de los clichés que forman parte del género discursivo político, plagado de trampas, medias verdades, carnadas diseñadas para atrapar cardúmenes de votantes.
El concepto parece una nimiedad, sin embargo invoca un velo protector, sutil si se quiere. ¿Acaso habría que tolerar ilegalidades ó corruptelas por la clasificación de género? Obviamente es una efectiva arma ofensiva que se alimenta del sentimiento de culpa machista.
Las mujeres lloran, los hombres no; me di cuenta de lo que me estaba perdiendo al soltar tardíamente lágrimas por una buena película, por música que te sacude el alma, por un amigo caído, por un atardecer irrepetible…
Es innegable, a las mujeres les exigimos mayor esfuerzo. Lograr la misma posición que los hombres, les requiere un esfuerzo titánico. No solo hablo del mundo empresarial, función pública, liderazgo de opinión, etcétera; hablo de instituciones como la iglesia católica que no las deja oficiar, de hecho, Joseph Ratzinger en su calidad de Papa anunció una especie de “intifada” contra las mujeres sacerdotes.
Recuerdo cuando Aeroméxico anunció a la primer piloto que operaría sus vuelos comerciales, los “machos” dijimos: yo no me subo a ese avión. En fin, tonterías que han hecho mucho daño. No imagino que un hombre pudiera hacer tan bien el papel de la Reina Isabel de Inglaterra, con la constancia que le exigieron décadas de problemas; basta recordar las grandes escisiones que provocó su antecesor Enrique VIII de la casa Tudor.
Xochitl me parece lo mas cercano que tenemos a Rigoberta Menchú, una versión mas ligera, adaptada a la maleabilidad y dureza del acero que exige la sociedad mexicana que no acaba de confiar en el cambio que inició en el 2000, pero le aterroriza volver a la “efectividad“ del pasado. Para entenderlo, tendríamos que separar las terribles vivencias de la miseria humana que hicieron de Menchú una incansable luchadora social acreedora del Novel de la Paz.
Dista mucho Xochitl de los Yuppies de güeva que invadieron el CEN del PAN, y del letargo de Los Chuchos perredistas. A su lucha postelectoral le va a faltar esa garra. No hubo mujeres en estas gubernaturas, no recibió los apoyos que Adriana Dávila en Tlaxcala, no es tan amiga de Cesar Nava y Felipe Calderón.
Me dejó un mal sabor de boca la descortés distancia que puso con Vicente Fox Quezada. Infinidad de imágenes de los dos en el sexenio pasado, viendo el futbol, mentando madres, quitándole el formalismo a la política, es un aroma que perdura.
Mi hermano Rubén dice que le gusta para candidata presidencial, que puede atraer a sectores importantes de la izquierda al PAN, en una posible alianza para algunos imposible.
Yo creo que tiene que reclamar por las mapachadas electorales, sin olvidar las culpas del calderonismo panista que, insisto, la revaloró demasiado tarde.

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