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jueves, 14 de marzo de 2013

El Papa Francisco si visitará a la Guadalupana

Hugo Páez

         Un historia que me contó ayer la periodista argentina Olga Wornat hace pensar que Jorge Mario Bergoglio si visitará la Basílica de Guadalupe, a diferencia de Joseph Ratzinger, como Papa Benedicto XVI.
         Durante su juventud, Bergoglio fue internado a causa de una fuerte tuberculosis. Una doctora que lo atendía le regaló una medallita de la Virgen de Guadalupe, y desde entonces lleva colgada en el pecho.
         A partir de esa acción de la médica, ese niño argentino que el 13 de marzo del 2013 llegó a la Silla de San Pedro, sintió un cambio radical en su vida. La enfermedad cedió, pero las secuelas de la tuberculosis le provocaron el deterioro del alveolo superior del pulmón derecho, y una angina de pecho que permanece.
         Los creyentes dicen que la fe mueve montañas.
La de Jorge Mario le ayudó a curarse, según sus creencias en la Guadalupana representada en una medallita, la Virgen que a miles de kilómetros de Argentina, recibe a millones de fieles cada año en la Basílica, el segundo santuario católico mas visitado del mundo. No obstante el el maremagnum de fieles, las grillas Vaticanas, de las cuales no podrá salvarse el Papa Francisco, impidieron a Joseph Ratzinger visitarla en su único viaje a México como Santo Padre.
         Antes de la visita lo comenté en una columna titulada “el Papa que desairó a la Guadalupana” (jueves 1 de marzo del 2012 http://ow.ly/iUfK6) y en la que desde entonces registramos la probable renuncia de Benedicto XVI. Pero esa es otra historia, de las muchas que gravitan en la Santa Sede y gestaron el clima político insoportable para Joseph Ratzinger, ahora Obispo Emérito.
         La llegada de un jesuita prueba la capacidad de permanencia del catolicismo desde la Edad Media. Las tormentas han sido constantes, y las últimas agravadas con los casos de pederastia, rodeada de  lobos en pos de centenas de millones de dólares a cambio de atenuar o retirar demandas contra sacerdotes verdaderamente criminales, provocaron una política Vaticana infernal, el agotamiento y la renuncia de un Papa, que no se veía en 600 años de historia.
         La humildad y austeridad de Jorge Bergoglio podría ser ese siguiente paso para inyectar nuevos bríos a una iglesia con mil 200 millones de seguidores. Y quien piense en la institución, solamente como una cofradía de poder, está equivocado. Los movimientos religiosos como el Islam, Judaísmo, Cristianismo, Budismo e Hinduismo, por citar a los omnipresentes, lejos de disminuir, aumentan, contra las tesis que pronosticaban una disminución de la fe frente al avance de la ciencia.
Se podría decir que los ateos en porcentaje somos cada vez menos, si sumamos a los creyentes a todo aquel que tiene esperanza en cualquier tipo de trascendencia después de la muerte.
         La histórica decisión del Cónclave al elegir a un Papa Latinoamericano rompe claramente los tabúes de la hegemonía Europea y permite abrir la puerta a cualquier cambio necesario para la supervivencia de la Iglesia Católica. Ese es el mensaje después de elegir al argentino Bergoglio, ahora con el nombre de Francisco. Podrían ser los nuevo vientos que esperan los fieles, esos que están hartos de los abusos, de las atrocidades, de la insana tolerancia de la Curia, pero que no pierden la fe.

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