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martes, 25 de junio de 2013

Gobernadores en su paraíso

Hugo Páez

                 Dos ordenes de aprehensión contra Andrés Granier, después de casi seis meses de la gubernatura de Tabasco y a trece días de arribar al aeropuerto de la Ciudad de México vía Miami, solo habla de la incapacidad de la federación para dar seguimiento a los recursos de los estados y un sistema bancario incompetente para rastrear fuertes retiros de efectivo que se hicieron sistemáticos en la administración del químico.
         La autonomía constitucional de los estados es el gran pretexto para entorpecer la lucha contra el crimen organizado, anidando también las pequeñas autonomías de los municipios, con consecuencias colaterales terribles para la seguridad y las economías regionales. Es inconcebible que persista la ausencia de mecanismos efectivos para evitar desfalcos, desvíos y acumulación de capitales de procedencia ilícita, como los atribuídos a Andrés Granier y Luis Armando Reynoso Femat en Aguascalientes y Tomás Yarrington en Tamaulipas.
         Es un secreto a voces que media docena de gobernadores trazan la misma ruta. Fue y se mantiene vivo el gran escándalo de la administración de Juan Sabines en Chiapas, con una de las mayores deudas de la historia.
         Al parecer la evidencia no es motivo suficiente para edificar diques legales a los “paraísos autónomos” de los gobernadores. La incompetencia de los organismos reguladores es tal, que basta la tolerancia del gobernador entrante, para continuar la impunidad del saliente. Es la historia de Chiapas con Manuel Velasco Coello, delfín del ex gobernador Sabines.
         Solo la alternancia de partidos aparece en el cambio de poderes como elemento fiscalizador del pasado inmediato; aun así hay ejemplos de resistencia en los nuevos mandatarios que esperan servirse de los recursos públicos y del dinero ilícito, como sus precedentes. Estos evitan la tabula rasa con la esperanza de que no se las apliquen, o se concretan a colgar vicios sobre vicios pasados en una cadena de irregularidad que increíblemente tiene prescripción.
         No todas las alternancias son reales, lo ejemplifican Sinaloa y Chiapas. Mario López Valdés es en realidad la continuación del gobierno priista de Jesús Aguilar Padilla y ancló a funcionarios militantes del partido que lo llevó a formar parte de la bancada de Manlio Fabio Beltrones en el Senado. La simulación de la coalición PAN – PRD sirvió para enfrentar las resistencias internas en el PRI sinaloense que insaculó a Jesús Vizcarra; Malova pagó la cuota al PAN con algunas posiciones temporales como la de Oralia Rice en la Secretaría de Turismo.
         En Chiapas Velasco Coello de la coalición Verde - PRI es en realidad la continuación de Juan Sabines, impulsado en el 2006 por el PRD. El actual gobernador Velasco hace grandes esfuerzos por contener el alud de corruptelas y malos manejos que tarde o temprano tendrá soltar para no ser sepultado por los excesos que construyeron el paraíso del gobernador, como lo vemos, como ejemplo, en Tabasco, Tamaulipas, Aguascalientes, Veracruz, Morelos, Guerrero, Michoacán… sin que el Ejecutivo y el Poder Legislativo apliquen la fórmula preventiva.

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