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martes, 14 de enero de 2014

Desarmar autodefensas, la otra guerra

Hugo Páez

        El mensaje fue claro, directo del gobierno federal a las autodefensas de Michoacán, representadas en la figura de José Manuel Mireles Valverde, y en el trato especial por el accidente aéreo: la tolerancia indica que van por el camino correcto y cuentan con el apoyo de Gobernación, Sedena y Policía Federal.
         Ahora les exigen el desarme, el regreso al estado de derecho.
         Un desarme que en el lenguaje llano de los levantados los deja a expensas del crimen organizado que combatieron, entre ellos a los Caballeros Templarios.
         Tal vez faltó más profundidad en el planteamiento del Gabinete de Seguridad, ofrecer una especie de amnistía que no los deje vulnerables al fuego enemigo, por eso la petición de Hipólito Mora y otros líderes de autodefensas: primero que exterminen a los criminales, sin embargo José Manuel Mireles se mostró de acuerdo con los acuerdos y exigencias del Gabinete de Seguridad.
         El regreso a la rutina será un parto con dolor en una guerra declarada de presuntos buenos contra presuntos malos, donde, como en toda guerra, se dieron abusos en todos los frentes que aún no tocan la superficie.
         El gobierno federal no aguantó la presión de la opinión pública nacional e internacional. Eran evidentes los ojos cerrados frente a la ilegalidad de los civiles en pro de la justicia por su propia mano. Lo que pareció una solución rápida -o la más rápida-, y más eficaz que el Ejército, la Marina, la Policía Federal y las locales, terminó en una trampa criticada en todos los medios de comunicación.
         Ahora vendrá el proceso de integrar a los levantados a la vida cotidiana, que se conviertan en aliados de las fuerzas federales. Nada fácil para Miguel Ángel Osorio Chong, Manuel Mondragón, Salvador Cienfuegos, Vidal Soberón y Enrique Galindo Ceballos. Los capitanes y la tropa tienen una historia brutal de desencuentros con la población.
         Mientras se dan los últimos toques de la Gendarmería, en teoría preparada para el trato civil, para el servicio eficaz, firme y amable, habrá que vigilar muy de cerca a la tropa para evitar abusos y corrupción, amén de todos los males que convirtieron a las autodefensas en una mejor opción, sobre todo aceptada y legitimada por sus comunidades.
         La Policía Federal avanzó en el tema. Sin embargo son proyectos de gran alcance y tiempo, no hay más. La descomposición en los sexenios de Lázaro Cárdenas Batel, Leonel Godoy y Fausto Vallejo lo confirman: 14 años construyeron un campo minado que necesita toda la atención de las fuerzas del estado mexicano.
Lo hemos dicho, no solo es Michoacán y Guerrero, trece estados en total agrupan un centenar de municipios que optaron por armar civiles para tomar la justicia por su propia mano ante la ineficacia, el abandono, o como se quiera calificar a los organismos de seguridad pública a lo largo de tres sexenios. Por supuesto, con la infame incompetencia e impunidad de sus gobernadores.
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