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jueves, 6 de abril de 2017

Abuso parlamentario, la pandilla se reagrupa

Hugo Páez
    
La pandilla se reagrupa sin pudor alguno.
Se trata de una maniobra para aumentar el lucro con cargo al presupuesto contribuyente. Un botín que aumenta esos egresos en más de 40 millones de pesos anuales a la bancada del Partido del Trabajo, engrosada en 9 posiciones por Miguel Barbosa, Benjamín Robles, Zoé Robledo, Mario Delgado, Rabindranath Salazar, Fidel Demédicis, Luz María Beristain y la ex candidata a la gubernatura de Tlaxcala, Lorena Cuéllar.
No importa el sufragio electoral, de manera nominal o plurinominal, a la hora de las urnas los vieron en otra trinchera, pero que carajos, el proyecto e interés individual es su leitmotiv.
Tal vez estas maniobras recurrentes ayudan a explicar la ubicación de diputados y senadores en las mazmorras de las encuestas de opinión. Más abajo imposible.
Se hablará de proyectos políticos para “el rescate de México”, del éxodo de un partido anquilosado y corrupto como el de Alejandra Barrales Magdaleno y Los Chuchos para acudir al llamado de Andrés Manuel López Obrador para destronar a la mafia del PRIAN.
Bullshit.
Al menos cinco de los desertores buscan candidaturas apoyadas por Morena para la gubernatura de sus estados. Barbosa en Puebla, Cuellar en una segunda oportunidad en Tlaxcala, Zoé en Chiapas, Rabindranath y Demédicis en Morelos, Delgado la Jefatura de Gobierno, etcétera.
Antes de la posverdad, estas artimañas llegaron a ser justificadas en términos de ‘astucia política’, de picardía de oficio, del maquiavelismo vivaracho, hoy se acerca a su justa dimensión: simple bandidaje.
No hay mecanismos para evitar el pandillerismo parlamentario.
Los autores de las leyes no se autoinmolan, por el contrario, se protegen y pulen normas flexibles a conveniencia, así, si el número de escaños no alcanza para formar una fracción parlamentaria, los saltos para lograr dádivas y dietas extraordinarias son el orden del día.
Pero lo que es gracia en unos es desgracia en otros. Conocedora y beneficiaria de estos menesteres, Alejandra Barrales retomó la coordinación parlamentaria del PRD en una de sus peores crisis que enterró a su bancada en el cuarto lugar, con el riesgo de perder el rol de la mesa directiva y la junta de coordinación política.
En los hechos, el Congreso es una república autónoma. En este rechazo a todo lo que pueda minar sus intereses, NO prosperó la reducción de 32 escaños en el Senado, y de 100 diputados plurinominales en San Lázaro, aún cuando fue promesa de campaña de Enrique Peña Nieto y el PRI presentó la iniciativa en fechas recientes.
Sin embargo se aprobó la reelección de legisladores, irónicamente con el apoyo de líderes sociales como Isabel Miranda de Wallace y María Elena Morera, con la esperanza de que un supuesto “voto de castigo” depure el Congreso Federal y los locales. La patraña se consumó y ahora van por la ‘eternidad parlamentaria’.
No hay más camino que la sociedad civil organizada. La separación de poderes que dota al Congreso de autonomía no da mayores espacios que la presión virulenta de la sociedad para echar abajo las normas diseñadas para la reconstrucción de la cofradía, cada tres y seis años.
Ahí está la gráfica del abuso, ahí está la imagen del despotismo, con Miguel Barbosa Huerta al centro.
    
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