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miércoles, 2 de mayo de 2018

   
Los miedos de López Obrador
   
Hugo Páez
 
Le pegaron en la línea de flotación.
Los nervios son evidentes después de exhibirse en el intercambio de ideas, proyectos y cuestionamientos del primer debate entre presidenciables.
Andrés Manuel López Obrador NO tiene la capacidad, el nivel intelectual y el raciocinio de al menos dos de sus oponentes más fuertes. Lo suyo es meramente mediático, cimentado en la demagogia de halago social y respuesta al odio popular, en donde los gobiernos tienen una gran responsabilidad por la nauseabunda corrupción que se ve día a día.
Pero el tabasqueño está consciente de sus límites intelectuales, por eso rehuye a los debates, ya que a la primera amenaza comparativa los naipes de la cordura colapsan en cadena para dar paso al discurso paranoico, violento, y tiene que recurrir de nuevo a la teoría del complot.
El martes reventó: “(Ricardo) Anaya se reunió con cinco empresarios para pedirle a Enrique Peña Nieto que lo apoye y que (José Antonio) Meade decline, es una operación encabezada por Roberto Bailleres, Germán Larrea del Grupo México, Eduardo Tricio del Grupo Lala, Claudio X. González Laporte de Kimberly, y Alejandro Ramírez de Cinépolis”, y agregó la participación del ex presidente Vicente Fox Quesada y Diego Fernández de Cevallos.
Tiene razón Andrés Manuel en promover a Meade Kuribreña como el contendiente ideal. El candidato del PRI-PVEM-Panal está situado en las antípodas del ánimo electoral, es lo que lo mantiene a la cabeza de las encuestas, por eso el manotazo presidencial que le quitó a Enrique Ochoa Reza el timón del partido para dárselo a René Juárez Cisneros y orquestar un retorno al PRI de todos los tiempos, para evitar que Anaya le arrebate el voto de la militancia, convertido en Voto Útil para el Frente.
Todo lo que combate López Obrador, es lo que representa José Meade con los tres desprestigiados partidos a cuestas. No así el candidato de la coalición PAN-PRD-MC, que mantiene entre sus prioridades el combate a la corrupción, a la impunidad, y al crimen organizado.
Pero la realidad posdebate le descompuso el escenario al candidato de Morena y despertó la posibilidad del voto útil como ventaja de Anaya, para abrir un gran espacio de posibilidades a todos los que no comulgan con López Obrador.
La graciosa huída del debate lo ridiculizó de mil formas, sumado a una evidente incapacidad y falta de sagacidad para responder cuestionamientos, además del rosario de contradicciones y la incompetencia para argumentarlas sin caer en extremismos, como los que provocaron la frase en la campaña del 2006 :”López Obrador es un peligro para México”.
Por eso recurre a su vieja teoría del complot, evocando a una élite temerosa de perder privilegios, que en su nueva tesis rodea al segundo lugar de las encuestas, Anaya Cortés.
Andrés Manuel trata de construir a un nuevo innombrable, a partir de presuntos acuerdos con Peña Nieto. Ese innombrable es Anaya Cortés y una fantasmal cofradía de empresarios, que, al cobijo de la noche, atraviesan la senda que da a Los Pinos, guiados por la tenue luz de la luna para no ser descubiertos.
El problema es que López Obrador se acerca cada vez más al Andrés Manuel del Plantón de Reforma del 30 de julio del 2006, y al del “Cállate chachalaca” contra Vicente Fox, y al que tomó posesión en una locuaz escena en el Zócalo, con Rosario Ibarra de Piedra con la banda presidencial en mano para elevarlo al podio presidencial, y Claudia Sheinbaum Pardo como Secretaria de Patrimonio Nacional.
La mejor: nombró a Octavio Romero Oropeza como Secretario de Honestidad y Austeridad Republicana.
Ahí está el video de la toma de posesión el 20 de noviembre del 2006 por aquello de la volátil memoria (http://ow.ly/mHb430jMHl6) y por si le falta algo de humor en estos días de hiperventilación electoral.
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